Así habló Krishna …

«Los sabios no se lamentan ni por los vivos ni por los muertos. ¿Te digo por qué? Pues bien, tú te entristeces por el cuerpo, que es lo único que se deteriora con la muerte. ¿Alguna vez te entristeciste por haber sufrido tantos cambios hasta ahora? El infante desapareció en el niño, el niño se desvaneció en el joven, el joven se perdió en el adulto, el adulto se extravió en el anciano, y el anciano se extinguió en la muerte. Nunca lloraste por los cambios que durante tanto tiempo fueron afectando al cuerpo; ¿por qué entonces llorar por este único cambio? ¿Tienes tú ahora el cuerpo que tenías cuando niño? Tú recuerdas aún aquella travesura de muchacho; ¡pero el cuerpo que la ejecutó ha desaparecido! Así también, no obstante los cambios que tu cuerpo puede sufrir, el Alma, el esplendor de la verdadera Sabiduría, permanece inmortal.»

«Tú podrías preguntar si no habría de entristecerse uno cuando los cuerpos junto con los cuales se ha movido y vivido durante tantos años desaparecen de la vista. Pero, ¿por cuántos habría que lamentarse, en caso de que fuese apropiado entristecerse así? ¿Has pensado en ello? La felicidad y el dolor son como el día y la noche. Tienen que ser aceptados, tenemos que vivirlos; si rehusamos, no por ello dejarán de suceder; y si los deseamos, ¡no por ello empezarán a suceder! Ambos se relacionan con lo físico, lo material, el cuerpo; pero no afectan al Espíritu, al Alma. En el momento en que tú te desprendas de los dos, en ese momento estarás liberado»

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