El simulador de Fernando Alonso.
El español se ha tenido que buscar la vida fuera de Renault para llegar preparado al GP de Europa. SPORT.ES descubre su secreto
Son las 9 en punto de la mañana. Fernando Alonso acude puntual a su cita en Bicester, una pequeña localidad situada a unos cien kilómetros de Londres y a poco más de veinte minutos en coche de la fábrica de Renault, en Enstone.
El asturiano se encuentra con Nick Wirth, ex jefe de diseño y aerodinámica de la escudería Benetton y propietario de Wirth Research, uno de los simuladores más avanzados del mundo, en el que el piloto español y su compañero de escudería han estado preparando parte de la temporada para suplir las carencias de Renault, escudería sin simulador propio. SPORT estuvo allí y probó en primera persona el arma secreta con la que el asturiano ha preparado el nuevo y esperado GP de Europa, que se disputa esta semana en Valencia.
En realidad, un simulador es como jugar a la PlayStation, pero mucho más real, donde cualquier salida de pista, golpe o giro inapropiado se percibe como si fuera real. El arma de Fernando consiste en una plataforma semicerrada controlada por cientos de sensores, con pedales de freno y acelerador y un volante de características similares a las de los F1 con cambio de marchas secuencial de palancas. La cápsula está sostenida por seis brazos mecánicos que reproducen prácticamente idénticas sensaciones a las que se experimentan sobre un monoplaza en un circuito.
Dentro, tres pantallas panorámicas ofrecen toda la información sensorial desde el mismo ángulo de visión que se tiene en el bólido. Lo más sorprendente para alguien que no está acostumbrado a llevar un monoplaza es la fuerza con la que se debe sostener el volante para controlar la dirección. Del mismo modo, a la hora de frenar es necesario imprimir un golpe brusco sobre el pedal. Si tenemos en cuenta que en el circuito de Valencia hay un considerable número de puntos críticos en cuanto a frenadas, queda claro que se trata de un trazado exigente también a nivel físico. El índice de fidelidad del simulador con la realidad es tan alto que reproduce a la perfección incluso la sensación de rapidez. Al reducir radicalmente la velocidad para tomar las curvas, los cinturones de seguridad se acortan por lo que realmente da la impresión de que nos vamos hacia adelante.
Por otro lado, la diferencia radica en sus ventajas, puesto que con el simulador se ahorra en gasolina, el alquiler del circuito, desplazamientos y alojamiento del personal, tiempo y, sobre todo, los gastos derivados de los accidentes en pista.
JORNADAS MARATONIANAS
Habitualmente, cuando un piloto acude a Bicester para correr en el simulador, la jornada es similar a la de un día de test en un circuito. Se empieza a las nueve de la mañana, con una breve pausa para comer, y después se sigue hasta las cinco y media. Normalmente se prueba un circuito por jornada, pero en ocasiones se pueden llegar a probar dos en un día. Wirth explica que en el simulador ves perfectamente cuando un piloto es bueno o es brillante. Todas las diferencias que puedes encontrar en un circuito las ves aquí. Si tienes un piloto extremadamente rápido, que nunca tiene accidentes, en el simulador será lo mismo, podrá dar una vuelta detrás de otra sin sufrir ningún percance contra las barreras, como es el caso del propio Alonso.
Muchos de los pilotos, acuden acompañados de sus ingenieros, aunque si no es así, Wirth Research pone uno a su disposición. Todo por el módico precio de 6.000 libras al día unos 8.000 euros, una cifra, por otro lado, irrisoria en comparación a los presupuestos que se mueven en la F1 y los gastos de las pruebas sobre el asfalto.
EL HANDICAP DE RENAULT
Desde que Alonso regresó al equipo del rombo, uno de sus principales handicaps ha sido la falta de un simulador en el que poder probar elementos nuevos del coche e incluso prepararse los circuitos que se han añadido esta temporada al campeonato. Acostumbrado a contar con un simulador de última generación en McLaren, el español se ha visto obligado a recurrir a la empresa del ingeniero británico para poder prepararse a conciencia los trazados de Singapur y, especialmente, Valencia, recurso que también ha utilizado su compañero Nelson Piquet quien en las últimas carreras parece haber mostrado una gran evolución al volante.
En realidad, aunque en la empresa de Wirth se rigen por un compromiso de máxima confidencialidad con sus clientes, por las instalaciones de Bicester han pasado la mayor parte de escuderías del campeonato, excepto algunas como McLaren, Williams o Red Bull, con simuladores potentes propios.
En los últimos tiempos, el simulador se está convirtiendo en una herramienta cada vez más necesaria para todos los equipos. El propio Wirth considera que poseer un simulador es rentable cuando se utiliza mañana, tarde y noche… con diferentes pilotos, claro. Pero hoy en día es una locura que un equipo de F1 no tenga uno.
Fabricar un simulador de última generación como el de Wirth tiene un coste aproximado de 15 millones de euros. No obstante, cuando los equipos utilizan el de Bicester no le pueden extraer todo su rendimiento puesto que las escuderías son muy celosas de sus datos, es decir, quieren que sus pilotos prueben el simulador, pero sin facilitarnos la información de su monoplaza, por lo que corren con un programa estándard, de este modo el simulador sólo les sirve para que sus pilotos ganen experiencia y conozcan los secretos de todos los circuitos, algo que resulta muy útil en el caso, sobre todo, de los más jóvenes.
HAMILTON, UN EXPERTO
De todos modos, la eficacia del simulador aumenta cuando se dispone de todos los datos del coche con el objetivo de poder modificar la aerodinámica, suspensiones y distintos elementos del monoplaza, de manera virtual, sin necesidad de aplicarlo en un circuito, en caso de no ser eficaz. En este caso, el simulador acaba siendo una forma de ahorrar dinero. La finalidad última de esta máquina es desarrollar el coche sin necesidad de invertir en piezas que quizás no resultan tan efectivas como se esperaba. Pero más allá de la ingeniería, se ha convertido en una herramienta mágica para que los pilotos memoricen los trazados antes de correr en ellos.
La asombrosa adaptación el año pasado de Lewis Hamilton a la F1 se debió, sin duda, a su calidad como piloto, pero también a los kilómetros acumulados que llevaba en el simulador de Paragón. En el caso de Fernando, se ha tenido que buscar la vida fuera de la escudería, pero por lo menos se ha asegurado llegar a Valencia con la lección aprendida y, en ese sentido, con las mismas posibilidades que sus rivales.
Fuente: Esther Blasco – Sport.es