Ideologías, convicciones, creencias … y aborto

Leía hace días unas líneas de Lucía Etxebarría en las que reivindicaba su derecho a tener inclinaciones progresistas y a su vez a estar en contra del aborto.
No es nada raro que mis posturas coincidan con las de la escritora, es algo que habitualmente me ocurre, pero quizás la convergencia en este tema me sorprendió especial y gratamente.
Reflexionaba ella sobre lo que consideraba, y personalmente considero, un criterio absolutamente fascista, como el de la selección en función de la belleza o la inteligencia, criterio en el que se basaron los nazis a la hora de eliminar en la cámara de gas a los retrasados mentales y a los pacientes de sanatorios.
Ambos estamos radicalmente en contra de la práctica del aborto, pero lanzar este posicionamiento en público curiosamente te coloca de forma automática como conservador en la mente de tu interlocutor, en cambio, los nazis no eran sospechosos de progresismo y defendían esa práctica con la misma naturalidad que se defiende actualmente desde cualquier foro que apunte, aún moderadamente, hacia la izquierda.
¿Porqué nuestras ideas tienen que ser representadas fielmente por un determinado criterio ideológico, sea este político o religioso?
¿No es lícito y necesario, acaso, que la vida vaya recolocando nuestras convicciones, nuestras creencias?. ¿No es una práctica básica de salud mental el que cuestionemos en todo momento nuestros posicionamientos?
Cualquier forma de dogmatismo es sin duda el comienzo de la tiranía, ¿no es acaso fundamental, pues, practicar un ejercicio continuo de escepticismo?
Lamentablemente nos creemos demasiado a nosotros mismos, y esa terrible y continua actitud egoica es la que ha llevado a la humanidad al punto en el que se encuentra actualmente.

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