La persona: La máscara

Cuando hablamos de una personalidad nos referimos a un conjunto de actitudes, rasgos, motivaciones, creencias y patrones de respuestas habituales y repetitivas. También somos un cuerpo en constante cambio y un universo emocional que oscila entre la avidez, la antipatía y la indiferencia. Todos hemos nacido como una combinación única de rasgos físicos, procesos biológicos, potenciales mentales, emocionales y espirituales.

La persona es definida como un ser racional y consciente de sí mismo, poseedor de una identidad propia. Sin embargo, no debemos olvidar el significado original de la palabra “persona”: máscara usada por los actores en la Grecia clásica y con la que ocultaban su rostro al tiempo que hacían sonar su voz (per sonare, es decir, ‘para hacerse oír’) Cumplía por tanto una doble función ya que servía por un lado para ampliar el volumen de lavoz y de otra parte, un reducido número de actores podían representar así todos los papeles; el cambio de careta indicaba al público el personaje dramático que estaba representado.

Y nosotros, ¿somos conscientes de qué antifaz llevamos? ¿Somos conscientes de los disfraces que empleamos en nuestro carnaval diario?

Lentamente, a medida que vamos creciendo, vamos creando una máscara socialmente aceptada, una realidad ilusoria que nos hace parecer “más normales” ante los demás. A medida que crece la identificación con esta imagen mental, con la máscara, con la falsa personalidad, a medida que olvidamos que estamos representando un rol, se movilizan mayores energías para fortalecer esta fantasía egótica y nos alejamos de la esencia.

Denkô Mesa

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